lunes, 20 de diciembre de 2010

ESOS ABRAZOS ROTOS.
De esto se trataba. De convertir cada partido en una tragedia y de montarla bien gorda. No se podía escoger un camino más sencillo porque hubiera sido (lo hubiera dicho él en alguna rueda de prensa, seguro) traicionarse a uno mismo. Me vienen a cabeza lo del ultimatum o el plebiscito. Y en ésas nos movemos. Retrasar la decisión del consejo importa una mierda. Posiblemente porque su decisión no es la solución a nada sino una consecuencia. De donde hemos terminado. Y nadie espera que Pepín vaya a sacarnos de ésta o que los refuerzos de invierno sea los que se cascó el año pasado el Zaragoza. Hablan de regalar a José Angel y reforzar, doble salto mortal, a un rival directo. El sábado se preparó cuidadosamente la manera de dar ventaja al Deportivo. Media hora sin el balón y una cagada de Juan Pablo obligaron a remar todo el partido y a que la última media hora se recuperaran el dramatismo de Valladolid, a por ellos, y cosas por el estilo. El abrazo final está muy bien. Significa que Diego Castro comulga con el entrenador. Habrá que esperar a que vayan afinando la puntería todos los demás y los goles no lleguen demasiado tarde.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA PENA O LA NADA.
Hay que hacer un esfuerzo enorme para no imaginarse al Levante luchando por evitar el descenso. Por llegar a la última jornada con posibilidades. Un equipo muy malo, de verdad. De esos que da coraje ver jugar. Y que además tiene un entrenador de la nueva escuela, un tío muy joven, cuyas declaraciones, como a tantos otros presos del mismo problema, le retratan como un profesional del asunto, como tantos, al que tampoco le gusta hablar mal al finalizar los partidos de los arbitros. Pues eso, que muy malos. Xavi Torres y Xisco Nadal repartiendo y Ruben y Caicedo, a verlas venir, como los perros que en las cacerías se matan persiguendo la liebre. La segunda parte de la ecuación, despejada la equis, está muy clara. Lo que nos queda a nosotros, incapaces de superar a este ejercito de zapadores, habla de un camino duro. Para echarse a temblar. En la primera parte conté media docena desmarques. De las Cuevas y Sangoy siguen desaparecidos. La gente pedía centrocampista y todos nos enteramos de que estabamos jugando con cinco por la megafonía del campo pero no por el sistema o la presencia en el juego, que durante cuarenta y cinco minutos evidenciaron lo contrario. Luego vinó el arreón y los golpes de efecto de las historias que siempre se resuelven de esta forma. La mala suerte, el fallo defensivo y el gol inesperado y la épica inconclusa.

La gente esperaba la reacción o el desguace. Nadie estaba preparado el domingo para la alternativa que entonces nos propusieron las circunstancias. Nadie habla ya de ganar. Salíamos del campo con cara de tontos. Como si nos estuvieramos preparando para comenzar a perder lentamente, canta Nacho Vegas, entre la pena y la nada, escogí el dolor.

viernes, 10 de diciembre de 2010

AL FINAL DE LA ESCAPADA.
Al final, como todos. Mucho alardear la diferencia y terminamos reduciendo el asunto a lo que torpemente hacen los demás. Porque si la cuestión era poner a prueba a Preciado y someter al jurado popular su labor no hacía falta tampoco llegar hasta aquí. Un entrenador apenas renovado hace un año. Digo yo. Con el crédito a tope y unas ganas de comerse el campo que ni los bufalos, como acostumbra a decir. Hay que ganar al Levante para apartar (aunque sea momentaneamente las quinielas) y dejar de pensar en el futuro en tiempo condicional para tomar conocimiento directo de lo que hay. A Preciado no hacía falta examinarle ahora. Es injusto, después de todo, que ahora nadie tenga en cuenta el planteamiento en Cornellá o los motivos para el optimismo que generó el equipo durante una hora y que el puesto de este tío dependa de un partido, tanto hablar de proyectos a largo plazo, testimonios emotivos de gratitud eterna y gaitas varias. Me he hartado a criticar sus (no) sistemas y su conservadurismo. Pero ahora hay que apechugar con lo que hay y dejar de soñar con los reyes magos y el me pido a Marcelino. Manolo tendrá que sacarnos de ésta y luego habrá que pensar seriamente en lo que toca. A final de temporada. De una puta vez. Dejarse de imaginarse estatutas y cargos vitalicios y preparar el relevo (por fin) dos años más tarde.

martes, 30 de noviembre de 2010

PREPARANDO CABINA PARA EL ATERRIZAJE.
Te adelantas en el marcador a los tres minutos de partido y te tiemblan las piernas. Tenía a una familia de San Sebastián a la derecha que agachaban la cabeza preocupados. Me apetecía consolarlos y llamarles a la reflexión. Un segundo, hombre. Aquello estaba claro que no iba a terminar así. Lo sabe el último de los que trabajan en los tornos. Hay un problema cuando nos ponemos con el marcador en contra. Tenemos uno muy gordo cuando nos adelantamos. A los tres minutos o a los cincuenta y cinco. No hace falta teorizar demasiado sobre el asunto para pensar que el problema no es culpa de la coyuntura del momento o que tiene que ver más con otras cosas. Griezman y Xabi Prieto, por ejemplo, no estaban la semana pasada. La cuestión consistiría en encontrar lugares comunes, de esos que se repiten, para buscarles freno. Lo de los despistes defensivos ofende al sentido común. Un defensa con problemas de concentración puede ser muchas cosas en la vida, pero no un defensa. Un síntoma extendido entre varios que de repente también lo manifiestan invita a pensar en la epidemia y el contagio. Antes era uno. Ahora parece que son todos los que la pifian de la misma forma.

Y no se trata de echar de menos a Diego Castro. Había miles de razones para pensar, ahora que ha pasado, que el planteamiento inicial no invitaba al optimismo. Será por antecedentes. Eso del juego directo está muy bien si en el area tienes dos depredadores. Bilic y Sangoy se hartaron a correr todo el partido como pollos sin cabeza. Pero enfrentarse a una defensa de cinco sin un enganche y con estos dos dibuja un escenario impresionista, de trazo grueso, donde el que manda no es el que más calidad tiene sino el que se coloca mejor. Total, una fiesta. La defensa, hecha un flan. Y el juego de ataque en manos de los defensas, Lora colgándola desde la veintidós y Botia abriendo el campo con la espinilla buscando la devolución de Gregory. Preciado acertó con la salida de Sergio Alvarez, es verdad. Tuvo que pasar más de una hora.

Y entre medias, el arbitraje de Paradas Romero. Que dicen que señalizó doscientas faltas y estuvo a tono con un partido hecho a su medida, estará contento.

martes, 23 de noviembre de 2010

UNA HISTORIA DE PAMPLONA.
Pronto empiezan los agobios. Porque la realidad es ésta y es muy puta. Que para ganar un partido tenemos que conjurarnos todos como si se acabara el mundo y bajar a El Molinón al espíritu de Joaquín, Ciriaco y todos los santos. Y en cambio cuesta tan poco perderlo o hacer que regalar un punto parezca un accidente que da grima. Sólo de pensarlo me duelen los recuerdos. Un melón a Massoud y ya está. Se acabo el tema. Soy incapaz de asumir que la explicación del asunto sea tan simple y que no tenga que ver ni con el calendario ni con Mourinho. Esta vez fue una contragolpe el que nos pilló a todos en bragas. La otra era el balón parado. Y la semana que viene alguien dirá que el jabulani es una mierda y que no nos conseguimos acostumbrar a él. La acumulación de excusas (cuando ya son varias y no tienen mucho que ver entre sí) pasa de llamarse de esa manera y recibe el nombre de conspiración cósmica organizada. Nunca se falla en detalles puntuales. Los detalles nimios, esos que siempre (mierda!) deciden, sólo nos lo parecen a nosotros. Cada uno da la importancia que quiere a defender una jugada de estrategia o a rasear el balón o colgarla a la olla. Pareciera que no entrenamos por semana.

lunes, 15 de noviembre de 2010

PELOTAS.
De acuerdo. Si se trataba de ver quién los tiene más grandes, podemos estar tranquilos. El partido de ayer deja conclusiones interesantes. Que no hay que ser más alto para parecer más hombre y que Lora, por ejemplo, le saca en esto un banderin de corner a Cristiano, que es un llorón y causa lástima con algunas de sus acciones. Hasta ahí, perfecto. Porque, no nos olvidemos, en un partido a prueba de hombres, la primera cuestión no tiene nada de anecdótico. Decidir lo primero era un presupuesto inexcusable para lo segundo. Dicen que Preciado se las tuvo tiesas con el autobús del Madrid, puedo imaginar la escena, apurando sus opciones, de regreso a casa después del partido, jodidamente poético, como en el tiempo del descuento. Y en esto último, hermano, en lo de los puntos y el partido, lo teníamos jodido.

El Sporting salió bien plantado sobre el campo. Había momentos en los que me parecía ver a Michel (el de Pola Lena) trazar diagonales sobre la defensa adelantada del Madrid. Pepe y Caravlho se hartaron a repartir protegiendo sus espaldas. Durante algunas fases parecía que iban a quedarse solos. Preciado planteó un partido impecable. Será porque el antídoto era previsible o porque la lección del año pasado aun estaba reciente, pero leyó la cartilla a Nacho Novo y a Diego Castro y se multiplicaron las ayudas. Por dos. Se defendió con oficio y con orden. Donde la jugada pedía una falta, ahí estaban Botía o Eguren. Una zancadilla, Gregory. Cuando hiceron falta las navajas y la gente buscaba un culpable, apareció la galopada por la banda de Cristiano. Sólo se echo falta que la mano de Juan Pablo hubiera medido unos centímetros más o que el partido se hubiera terminado un poco antes y no hubiera dejado una oportunidad para Benzema. García de Loza puede decir misa. Ahora se habla de los goles anulados. No se escatiman artículos para reclamar fairplay. Todos se pueden ir a tomar por el culo. Merecimos el empate.

viernes, 12 de noviembre de 2010

CANALLAS SOIS TODOS.
A los del Marca les suda la polla lo de Preciado y Mourinho. En realidad, a los del Marca y a todos los demás que escriben a deguello del tema y agradecen los titulares que a veces les vienen de esta manera, mira tú que suerte, casi sin buscarlos, como caidos a plomo de los cielos. Podría pensarse que también es verdad que incluso los titulares de este tipo responden siempre a un trabajo previo que no es fruto de la casualidad, el producto de una maquinaria putrefactamente engrasada que alguien diseño para escribirlos, pero eso es otra historia. El caso es que a todos el tema éste se la trae floja. Y con la misma ligereza que se toman las reacciones luego se profieren las recomendaciones de juego limpio y se hacen reflexiones y se reparten hojas parroquiales de usar y tirar que nadie es capaz de tomarse en serio. Nadie se molesta en pensar sobre eso del respeto de lo que habla ahora el Madrid. Hacen un comunicado de prensa y le dan una seriedad al asunto sin pensar que la gravedad de la respuesta no la mide el medio sino el fondo. Que da lo mismo que sea el último putero que pasaba por allí el que lea el texto de una hoja de cuartilla. O que la reciten un ejercito de ángeles de memoria en una rueda de prensa. No hubo un comunicado para desdecir a Mourinho de sus declaraciones entonces. Tampoco suele haber a nadie corrigiendo al portugués, al que se le ríen las ocurrencias como a un guaje de dos años al que no se le puede despertar de la siesta ni llevar la contraria. A la alternativa a pasar del tema y mirar para otra parte tienes la de ponerte a su misma altura y terminar chapoteando en el plató de Sálvame, con la última puta de Paco Marsó o el boxeador de Gran Hermano 12. Chillas por dignidad. Eso lo entiendo. Pero no creo que merezca la pena esperar respeto de quien dentro de una hora esté ya pensando en otro tema, ingeniándoselas en cómo fabricar otro titular de algún otro muerto. En esto han convertido los prolegómenos del partido del domingo. Hacia esta mierda se dirigía de cabeza Preciado cuando se le calentó la boca. Que llamen también a Revilla, a ver qué opina. Y ya estamos todos.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

OS PRESENTO A NACHO NOVO.
Goles como esos no se meten todos los domingos. Que te lo digo yo. Que hacía tiempo que no veíamos voleas como ésas, algunos ya se han adelantado a escribir que desde que Quini enchufó una contra el Valencia hace unos años, ahí es nada, mucho antes de la transición y de que se nos olvidará valorar lo dificil que a veces puede llegar a serlo. Golazos. Lo que nos queda a partir de ahora es valorar lo que tenemos y remediar los errores para colocar a cada uno en su puesto. Sacar el máximo rendimiento de Sangoy y dejar de ver a Nacho Novo como el aspirante a sustituir a Luis Morán en la banda derecha, pegadito a la cal. Un tío sin ninguna vocación defensiva que en cuanto te descuidas está pegado al punto de penalti o buscando el balón en el centro. Queda recordar la segunda parte y dar por bueno el empate. Porque no se sacaba nada provechoso en Almería desde los tiempos de Quini y porque llevamos diez partidos y para agobiarnos aun hay tiempo.

lunes, 1 de noviembre de 2010

SEGUIMOS PARA BINGO LOCO.
Ni sexy futbol (joder, Gullit!) ni rugby champagne ni nada de nada de nada. Al final el Villareal que tanto gusta en la tele, por eso de las camisetas amarillas y por la etiqueta de buen futbol que llevan prendida, se llevó un punto en una jugada de estrategía. Táctica fina. Me descojono de los ojeadores que aun no han diseñado un sistema para hacernos daños consistente en jugadas tan curradas como esa que desequilibró el partido. Un balón a la olla y a rezar. Así de fácil. Como aquellos que paraban a los lakers mandando a Shaquille a la linea de tiros libres a falta de ocho minutos. Dentro de una semana nadie se va a acordar (nadie, salvo nosotros, claro) de las argucias de Marchena y del up and under final, provocado por una falta estúpida de Nacho Novo a cuarenta metros, que pierde el balón lanzando un contragolpe y que sirvió de soporte ético (si es que faltaban tres minutos para los noventa y cuatro) para el patadón al area. No es lo nuestro, de acuerdo, dirá Garrido, sin ponerse colorado. Durante noventa minutos mover el balón raso y jugar en corto no les sirvió de nada. Para eso vale jugar bien al futbol, pensarán algunos. Pero es que, a lo mejor, tampoco eso es jugar bien. Hacerlo con criterio es acompañar todo el lote con algunos goles y sentenciar cuando toca. Que te digo yo que dentro de una semana no se acuerda de esto ni dios.

lunes, 18 de octubre de 2010

POR EL CAMBIO.
Todocristo habla de transformación. Los más sofisticados recurren a eso de la metamorfosis, que nunca se sabe bien lo que es ni a lo que sabe, pero parece pensado en casos como éste para explicar los fenómenos que regularmente nos azotan. Que como todo lo que suele rodear al Sporting parece inexplicable. De otra liga. Porque no cabe otra razón que la intensidad o el ánimo para encontrar la diferencia entre este equipo y el que se arrastro en la primera parte por La Romareda. Hay que dejarse de tonterías. Posiblemente no se les puede exigir siempre este juego. El ritmo de la primera parte reventó al Sevilla, que venía de disputar dos partidos de solteros contra casados y estuvo siempre a remolque de lo que decidieran Diego Castro o De las Cuevas, corriendo detrás de nuestra iniciativa. Pero hay calidad, coño. Se nota que la hay. Este equipo no es el del ascenso o el que logró milagrosamente la permanencia y tal vez sea (como siempre) una simple cuestión de exigencia la que termine mandándonos a la lucha por el descenso o a una zona más tranquila.

Ayer hubo dos golazos. Se ganó por más de uno de diferencia. Y para romper esa inercia racana de otras veces, se pudieron marcar incluso más. El centro del campo jugó a lo que se espera. El organizador organizó y el centro de contención se las peló corriendo detrás de Romaric y Renato, que parecían cansados y se aburrieron de verlas venir. Sangoy reivindicó su lugar en el equipo titular y la noche se cerró con la esperanza de que podamos ver alguna más de éstas. Hacía mucho, la verdad.

sábado, 2 de octubre de 2010

ESTAMOS EN SALA DE PRENSA, COMPAÑEROS:
Comparece Preciado en la rueda de prensa. Preguntas, por favor:

-Un punto que sabe a poco, verdad?

-Pues sí. Hemos hecho méritos para conseguir algo más. Me voy jodido de Zaragoza, la verdad.
-No habeis sabido aguantar el resultado. Qué le ha pasado a tu equipo en la segunda parte?
-Con el 0-2 el partido se ha vuelto un poco loco. El Zaragoza también tiene sus armas y tiene gente con pegada. Entraba dentro de lo posible. Hasta entonces apenas habían creado peligro.
-No animaba el gol de Diego Castro a jugar de otra manera?
-Hombre, si hubiera sabido que nos iban a calcar dos seguidos, pongo el autobús. Pero nosotros no jugamos a eso. Han sido acciones puntuales. El equipo ha creado muchas ocasiones de gol y merecíamos más. El rival también juega. A veces os olvidais de eso.
-Otra vez os volveis a pelear con la portería.
-Por qué lo dices?
-Hombre...
-Yo lo que veo es que hemos marcado dos goles. Problemas de gol dicen que tiene el Madrid. Me río yo de los problemas del Madrid.

La gente empieza a alborotarse. Alguien le pregunta por el futuro de Gay. Un tío cojonudo, dice Preciado. Ni rastro de autocríticaa ni compromiso de que (como ocurre otras veces) esto no se volverá a repetir. O sea. Que va a haber más como estos. De relajación y siesta. De tiro al muñeco. Y de viaje en autobús mosqueado de cojones. Estas declaraciones posteriores al partido nunca se hicieron. Acaba de terminar cuando las escribo. Ahora voy a esuchar a Manolo y a tomarme un gin-tonic.

domingo, 26 de septiembre de 2010

SALTA SERGIO.
Dos detalles:
El gol de Villa (menos mal, dice todo el mundo, por lo menos fue del Guaje). Un error clamoroso en defensa. Nada. Alguien que se olvidó de lo del fuera de juego (menos mal, dicen que fue Sastre). Ah! bueno. No creo que fuera un acierto del Barca habilitar al delantero centro delante de Juan Pablo. A placer, además. No fue un partido bueno. No pertenece lo que se vio al género de lo recordable. Por tonterías así pensaré siempre en el punto que se nos escapó. Una tontería, vaya. Dímelo tú a mí. Porque no es eso lo que significa una error apenas apreciable en una repetición al lado de noventa minutos de brega?
Y dos. El cambio. Se abre el telón y salta al cesped del Camp Nou Sergio Alvarez. Apenas cinco minutos. La toca nervioso. Al principio está impreciso. Normal. Por aquí que espero verte muchas más.

sábado, 18 de septiembre de 2010

EL ESTADO DE LAS COSAS.
Como una declaración de intenciones, para que nadie se lleve a engaño, apenas ha tardado el Sporting dos partidos en adelantar su programa y mostrar al mundo todo lo que sospechabamos. Que los cambios del verano han sido de chapa. Nada serio. Porque la verdad es que no había nada grave que corregir. Cuatro martillazos en una puerta y la luz de freno. La confianza de Preciado en su sistema le convierte en una especie de martir, que antepone su propio interés a la misión universal para la que a veces parece programado. Y si para ello hace falta jugar sin centro del campo o colocar a Nacho Novo en una banda, pues que lo sepan, que no es culpa suya sino del plan.

Se pedía contundencia defensiva para frenar lo que venía de Bilbao y la verdad es que de eso, justo de eso, hubo muy poco. Como siempre que se desata la euforia y se comienza a evocar las grandes tardes la respuesta inmediata fue de preescolar. Cada balón colgado al area era una invitación al sufrimiento, aunque se colgara desde 40 metros o el que lo centrara jugara sus primeros minutos en primera. No era cuestión de calidad. O de que ayer no estuvieran Diego Camacho o Matabuena acompañando a Rivera. No se acertó con los cambios y cuando Carmelo piso el campo lo hizo para perder tiempo más que para resolver.

Es lo que hay. Posiblemente nos esperen más de éstas. Colsa volverá a Gijón recordando a Beckenbauer y más de una vez nos preguntaremos si el equipo rival tiene un jugador más en el campo o si es cosa del físico, que parece que corren mucho más. Decir que hay tiempo para dar respuestas sería ignorar la historia y olvidarse de lo que aun nos queda por sufrir.

martes, 14 de septiembre de 2010

EL PUTO TEODOSIO.
No vale decir las cosas a destiempo. Hay que hacerlo cuando toca. Que si puedes adelantarte a los demás tiene más mérito. Por eso no queda bien venir ahora con el cuento de que Teodosic no es tan bueno o de que el tío está sobrevalorado. Aunque lleves meses (años, imposible) pensándolo y aunque de verdad te lo creas. Que el triple que nos clavó desde nueve metros y nos mando para casa no es fruto de la genialidad. Sino de una decisión precipitada muy mal tomada que tuvo a todos los santos yugoslavos rezando de cara. Y que eso. Que no es tan bueno. Camina de mala gana, todo muy medido, esa barba de cuatro días, las fintas de pase y esas poses. Mide los movimientos pero apenas repara en que mucho más importantes que sus cuatro miraditas son las jugadas con las que luego se deciden los partidos. Y ahí el tío, indiscutiblemente, estuvo como el culo.

La gente se afanaba por hacerse fotos con él. Facturamos el equipaje justo al lado de la selección serbia. Hubo un momento en el que yo también pensé en sacarme el movil de la bolsa y hacerme una posando con el tío, abrazaditos los dos, para cargarla en el facebook. Pero nada. La gente es gilipollas. Le da lo mismo hacerse una foto con el tío que nos meo en la cara que con el secretario general de la OTAN. Luego lo comentaban. Me ponían del higado. Porque está claro que la jugada y el mundial aun me duelen.

Si soplas a favor de corriente y dices de Scariolo lo que piensas, malo. Si lo contrario, mucho peor, que jubilas al italiano y lo tienes en la banda para la olimpiada de 2034. A España, esta selección, bien pensado, lo mejor que le puede pasar es que la historia termine recogiendo su lugar en el campeonato por esa jugada y se olvide de los arranques mentales de Ricky o la inoperancia de medio equipo para pasar de la ronda de cuartos y explicarse a gusto. Volvimos a donde solíamos. Nunca hay espacio suficiente para las razones cuando se pierde. Cuando se gana es otra cosa. Se habla de cambio de ciclo y se recuperan los post que florecían en la primera fase de Varsovia hace un año. A la mierda. Los extremismos y los sueños inocentes. Esos de ganar de veinte y repetir campeonato, si puede ser jugando bien, mucho mejor.

Y todo esto para decir que el domingo no estuve en el Molinón para disfrutar del 2-0 contra el Mallorca.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

EL GUATEQUE.
Todo esto me lo pones por escrito. Dos días antes. Entonces es cuando toca cascarlo todo y no venir ahora llorando con el cuento. Que si ya lo sabía. Que si eran muchos y nosotros no teníamos ni media ostia. Chorradas. Tengo un amigo que la de ayer la consideraba una salida propicia. Fíjate tú el ojo que tiene el tío. Los estados de ánimo del Atleti son como para escribir un libro, está claro. Pero de ahí a tomarse a guasa todo el tema y pensar que la victoria del viernes daba carta blanca para poder mearles encima es otra cosa. Y cuando les toca, pues eso, que les toca. Y viene Jurado, que parece de otro planeta. Y corre el Kun. Y Forlan. Y la gente se da palmaditas y se limpia mutuamente las babas mientras sueña camino de sus hogares con la liga.

Lo normal es que dentro de dos meses empiecen a sortear los puntos en la tómbola y de este mismo campo saquen tajada Hercules y Mallorca. Ayer era otra historia. Dentro de dos semanas no nos deberíamos ni de acordar de los cuatro goles del lunes y pensar en el partido que inició la liga como los prolegómenos borrosos de algún sueño.

miércoles, 28 de julio de 2010

A SEPTIEMBRE.
Delanteros.
No hay números para explicar esta historia. Lo fácil sería mandarlos a todos a septiembre. A recuperar curso. Metes a los delanteros del Sporting en la estadística con los otros de Primera y los promedios dicen que los nuestros apenas marcan un gol cada dos días. Que corren como ninguno. Pero que lo de ver puerta, nada de nada. No han sido los mejores, está claro. Echabas de menos a uno cuando tenías al otro jugando. Y al revés. Total, que nunca estabas a gusto con el que fuera. Los dos (Bilic y Barral, 4) se pasaron la temporada esperando la inspiración y desesperando al personal. La ayuda tuvo que venir de los mediapuntas. De los que se acercan de vez en cuando al area. De Maldonado (2) ya se han escrito enciclopedias. Luis Morán (5) recibió una confianza excesiva, alternando momentos buenos con otros impropios de un titular que sale a jugarse el puesto, reservón y con falta de nervio. Y Carmelo (4,5) no fue, por descontado, el de la temporada anterior. La excusa de que se había roto un nervio en pretemporada duró dos meses. El partido contra el Getafe le puso al nivel de los anteriores, de cara a la pared.

Y por último nos queda De las Cuevas (6,5). La verdad es que sus primeros partidos fueron descorazonadores. Dónde estaba el tío aquél al que todos habíamos visto hacer maravillas en los videos de youtube. Marcó dos goles al Mallorca cuando la grada pedía su cambio. Y se ganó luego un rédito que no devolvió hasta que llegó la primavera y comenzó a sentirse mejor, a aguantar las tarascadas y a correr en las segundas partes. El bajón físico del grupo en los últimos partidos, por si fuera poco, le hizo otro favor.

jueves, 1 de julio de 2010

PROHIBIDO TOCAR.
No me acuerdo de lo que hice ayer. Y en cambio no me olvido de lo que me hicieron pasar hace unos meses. Lo bueno. Los pases al hueco, la presión en tres cuartos, la anticipación. Las pifias y los disparos al aire. Eso también. En algunos momentos de la temporada el centro del campo del Sporting jugaba raro, tira a ver si me pegas, decían por allí, como algo parecido a eso del balón-prisionero. Se trataba de no rascar bola, interferir en el juego lo menos posible y que los pitos y los aplausos se los llevaran otros. Ni se siente ni traspasa.

El centro del campo.
Rivera.
Un temporadón. La gente pidió su internacionalidad. Nos dolían las palmas al terminar los partidos. Su bajón físico coincidió en el tiempo con el de todos y su responsabilidad aglutino innecesariamente más errores de los que el tío se merecía. Corrió lo que sus cuatro acompañantes caminaron en el doble de tiempo. Y casi siempre, con sentido. El mejor, claro (8).

Diego Castro.
Sin término medio. Se le perdonan sus tardes a la sombra por esas otras de gloria, en las que nos regaló catorce puntos. Casi nada, vaya. Sus problemas comenzaron cuando se le pidió ayudar en ataque, frenar la banda rival y colaborar en la organización del juego y echar una mano en la lavandería. Acabó fundido (como todos) y con síntomas incipientes del pelígroso síndrome de nueva estrella. (7)

Michel.
Ya está casi todo dicho. Jugó bien tres partidos y medio. Eso sí, muy buenos. Le traspasaron por 3 millones y pico y a las dos semanas, no hizo falta mucho para darse cuenta, entre todos (y cuando digo todos, es que fuimos eso, todos) le hicimos santo. La peña viajaba de peregrinación a Birminghan y algunos se dejaban tocar la cabeza y le pedían al oido, o sentados en su regazo, deseos imposibles. (6,5)

Matabuena.
Un desastre. Se dejó las medidas del campo olvidadas en la pretemporada. Una maquina de imprecisión. (3)

Camacho.
Juro que a este tío le vi jugar el año pasado de puta madre varias veces. Perdió los nervios bastantes veces. La gente, es la verdad, la tomó con él. Otro que tuvo partidos muy malos. Apenas cogió el ritmo al terminar la temporada. Pedía minutos, un lujo en esta situación. Pero no dio el nivel cuando hizo falta porque ni su actitud ni su juego se acomodaron nunca a lo que se le pedía y no pudo, por lo que fuera, ofrecer. (4)

Lola.
Inédito. Lo tenía todo para despuntar. Cuando llegó a Gijón, ya no era el hueco de Michel el que tenía que cubrir. Eran Matabuena, Camacho y Portilla los que demandaban la suplencia. Le recuerdo dos robos en la primera parte contra Osasuna. Nos conformábamos con poco. Saca la calculadora y mira a ver a cuánto sale cada uno. (3)

Portilla.
Participó del sainete en Almería. Mostró buenas maneras contra el Barca (ese partido en el que lo de dejarse la piel es lo menos que se le puede pedir a un chaval que empieza y a la vez, mira qué suerte, a tododios le parece suficiente). Y ofreció contra el Valencia un buen complemento a Rivera, cerrando huecos y dando apoyos cortos en la salida del balón. Margen esperanzado de mejora. (5)

Pedro.
No tuvo continuidad ni presencia ni reclamó protagonismo ni nada de nada de nada. Lo vimos a los dos partidos. Su papel era otro. Parecía estudiado. El de blanco fácil sobre el que practicar a gusto el tiro al muñeco. (3)

miércoles, 26 de mayo de 2010

CHICOS! LAS NOTAS! (I)
Hay de todo. Los repetidores que vuelven a lo mismo. Y los que se han esforzado y llegan a junio con los deberes hechos. Ahora, todos a la playa y a dejarnos por lo menos un mes tranquilos.

La defensa.
Aquí hay halagos para todos y buenas intenciones para la mayoría. Y cuando se dice para todos, es que eso. Para todos. A esta defensa hubo fases de la temporada en la que no la hubiera reconocido ni la madre que la parió. Quién decía que parecíamos monjas? O que aquello, menudos guateques que se corrieron Gerard e Ivan Hernandez el año pasado, era un coladero. Se acabaron los goles de tacón de Van der Vaart y la defensa que se queda desprevenida al borde del fuero de juego. Tuvieron que ver con esto las nuevas incorporaciones y ayudaron las despedidas y las suplencias. No hubo tiempo para acordarse de Sergio Manostijeras, por ejemplo. Y nadie se lamentó (más de la cuenta, vaya) por la lesión de Pichu Cuellar.

Juan Pablo.
El más regular. Con todo. Y aquí se incluyen sus grandes éxitos. Los paradones y los despistes inexplicables. Hizo lo que se le debe de pedir a un portero y un poco más. Muy rápido en el uno contra uno, buenos reflejos, seguro en general, sólo flaqueó en las salidas y pudo haber hecho más en los partidos de Almería o Mallorca. Pero realizó partidos soberbios, nos frotábamos los ojos, y fue capaz él solito de conseguir (como en Montjuich) alguno de esos puntos (7).

Sastre.
En algunos momentos de la temporada la gente se cebó con él. Injustamente. A nadie se le puede pedir que dé más de lo que tiene. Y lo que ofreció nuestro capitán fue una muestra continua de superación y entrega. No se trata de sentimientos o de honrar la memoria de un tío que tampoco juega gratis. Nadie duda de que su sitio no está en esta categoría o en este equipo. Más a mi favor. El caso es que cubrió suplencias y aportó su frescura en los últimos partidos, cuando el resto de la tropa agonizaba (5).

Canella.
Su primera vuelta fue espectacular. Era un tiro el hombre. Insuperable en carrera, atento al corte. Si no subía más parecía que era por respeto. Desde el mes de febrero, aquél que apuntaba a internacional hizo unos partidos lamentables, la verdad, de esos que no se entienden (6).

José Angel.
Se suponía que este era el año en el que tenía que explotar. Así lo llaman. Se tragó los buenos días de Canella, cuando nadie se acordaba de él y calentaba banquillo. Y también los peores, aquéllos en los que la grada comenzó a reclamarle y Preciado guardaba mirando al infinito un discreto silencio. Casi siempre jugó a destiempo, partidos de circunstancias o apremiado por necesidades que no le hicieron en ningún caso mejorar. No ha perdido velocidad, pero ya puede empezar a darle con la derecha (4).

Botía.
Parece mentira que hubiera un tiempo en el que se cagaran los centrales. Abelardo, Muñiz, Marcelino, Isma, Sergio Fernandez, Yago o Pablo Amo. No sé si me dejo alguno. Ponías a jugar a uno nuevo y la rompía, jugaba serio y la gente estaba encantada con el chaval. Pues eso es Botía. Un gran acierto (7).

Ivan Hernandez/Gerard.
A mí también me da pena despedir al segundo. Si el caso es que tienen sus cosas. Son los dos buenos chavales, pero un poco despistados. Que duran mucho los partidos, si ya lo sé. Me pierdo en mis cosas y me gana diez metros el delantero centro de turno. El papelón que tenían para este año era dar recambio a los titulares. No desentonaron demasiado (5).

Gregory.
El mejor. Dicho todo. Por lo que hace y lo que parece que obliga a hacer a los demás y porque da miedo (9).

Lora.
Todos reclaman ahora interesadamente la paternidad del invento y no se molestan demasiado en preguntarse lo que se pierde en el camino. Si es un lujo prescindible colocarle en el lateral derecho o corre el equipo con todos los gastos renunciando a ponerle en su puesto. Yo he visto a Lora debutar en el centro del campo en San Mamés, junto a Michel, para hacer frente a Orbaiz y a Javi Martinez. Y tampoco es eso. Que discurran algo ahora en el verano y a ver con que nos sorprenden en septiembre (8,5).

miércoles, 19 de mayo de 2010

LLEGAN LOS RESÚMENES.
Toca empezar a recordar lo que hemos visto. A ver si hay forma de aprender de los errores y, llamando a las cosas por su nombre, esforzarse en evitar que nuevamente se produzcan. En tantos meses de competición siempre hay tiempo para todo. Una jugada en el último partido te redime de un año pésimo. Y al revés. Ahora ya no hay margen para que esto ocurra.

El Sporting: la temporada.

Los días felices.

Todo va bien, se decía. Parecera mentira para quien no nos haya visto jugar en los últimos meses, pero entonces muchos nos hacíamos cruces apurando el milagro. Tras un inicio dubitativo (la caraja de Pamplona no entraba en aquel guión) el equipo encadenó en el mes de octubre una racha de buen juego y resultados que planteaban las bases de un esquema que pronto se fue a tomar por el culo. Se habían acabado las facilidades defensivas. Por fin se jugaba con portero y los defensas (joder con el negro era la frase más repetida) disputaban el juego aereo y eran infranqueables por abajo. El delirio. Lo más esperanzador era pensar que la receta no se alimentaba de ingredientes imposibles. No había que ser muy listo. Los mimbres que había daban para lo que daban y aquéllo nos permitió llegar a los 20 puntos en un suspiro. Presión adelantada, velocidad arriba y mucho empuje atrás. Se ganó en San Mamés y se disputó el partido a Depor y Madrid. El Español se encontró con un muro. Todo parecía asequible, se pensaba después de ver perder en Gijón al Villareal. Sólo se pedía que el brote verde tuviera continuidad.

Esperando nada.

Nunca se sabrá el porcentaje repartido de las culpas. Es fácil buscar responsabilidades. Limitarse a ver en el error de Matabuena en Valladolid alguna de las causas y no preocuparse de profundizar a unos pocos metros de la superficie. Se pecó de indolencia en los partidos posteriores y se apuntaron vicios que se pensaban superados: el derrochon, por ejemplo, ése que consiste en desperdiciar los puntos porque sí, si es que nos sobran, y no agarrarse más a la clasificación o dejarse de mirar tanto para abajo. No creo que sea casualidad viendo la forma en la que se dejaron remontar varios partidos. Tenerife y Valladolid salieron de rachas negativas a nuestra costa. El Atletico de Madrid nos ganó con lo puesto. Si es que se nos ve, pensaba.

De nuevo, las estampitas de colores.

La inercia ganadora duró medio minuto. Y en una centésima de segundo ya teníamos facturado a Michel. Venga, pa Birmingham. Así de rápidos somos por aquí. Total, era el razonamiento, nos sobran. Aquel traspaso pilló al equipo en medio de la nada y sin buscar un sustituto. Puesto que la UEFA no era un objetivo y el descenso no se contemplaba (el equipo ha aprendido la lección del año pasado, se decía) la nada demandaba un comportamiento a la medida de la nueva situación. Se marcha Andreu (sobraban medio-centros) y se comienza a distribuir el nuevo catálogo que ibamos a lucir en primavera: falta de actitud y excasez de recursos. El Racing nos baila en la primera parte y Colsa parece Beckembauer. No podía ser tan fácil. Veíamos por la tele la copa del rey. La gente se empieza a acordar de Michel, que en su debut dicen que fue elegido jugador del partido y se llevó pa casa un jamón, pero tiene que haber algo más. El equipo está desmembrado. Tenemos dos interiores que no recuperan un balón y Preciado toma la sabia determinación de que el juego no se acerque a menos de diez metros a ninguno de nuestros organizadores.

Caution!!

El partido de Zaragoza parece clave. Se recuperan entonces palabras como ésas para ilustrar la situación. Se habla de urgencias por primera vez en la temporada. Insistiendo en los errores se había vuelto a perder en Almería, doble salto mortal con tirabuzón, disputando todo el partido con un jugador más frente a un equipo al que se ganaba al inicio 0-1. La conjura dio para una buena primera parte contra el Valencia y para ganar en la Romareda a domicilio. Se apagaban las alarmas. Podíamos pensar en volver a ser nosotros mismos. Se gana a Osasuna y Deportivo milagrosamente. Al final queda el resultado. Pero ninguno de aquellos dos partidos fueron normales. Y con los 35 puntos, el objetivo a tiro de siesta y Bilic asegurando que la salvación estaba conseguida en un 95%, pues para qué quieres más. Todo estaba preparado para la gran traca.

Un equipo sufridor.

La historia reciente no necesita reflexiones que el tiempo haya borrado. Ya están todas hechas. Primero era clave el partido contra el Tenerife. Luego el que nos enfrentó a Valladolid era el decisivo. Cuando se veía que las fuerzas físicas fallaban, se buscaba el arma de la grada, ignorando que aquello era bastante más dificil como para arreglarlo con cuatro gritos. No se me olvida cómo se dejó de ganar al Xerez y se vendió el empàte por bueno, como si fueramos tontos. Es curioso, después de todo, que aquel punto nos diera la salvación. Todo lo demás fue innecesario, está claro. El sufrimiento y las cábalas. Se comenzó a cuestionar a Preciado. Nadie hablaba, en cambio, de Gerardo Ruiz. O de Rivera y Diego Castro. Las culpas tienen un causante o varios, pero si no se localiza el origen cuesta un guebo dar con el remedio. Y eso fue, entre otras cosas, lo que pasó. Había permiso para hablar si lo que se decía era constructivo, o sea, demandaba tranquilidad y daba por bueno lo que la providencia nos mandara. Tocaba joderse. Sin rechistar. Agarrarse a la salvación el el penúltimo partido y engañarse diciendo mil veces que aquel era, efectivamente, el objetivo.

lunes, 17 de mayo de 2010

PASABA POR ALLÍ.
No puedo hablar del partido sin haberlo visto. Tampoco me puedo fiar de mi padre, que me dice que lo vio, pero no estoy seguro, vete tú a saber, ni de los que los ven a menudo sin que el partido pase por ellos, no sé cómo hacen pero no se enteran muy bien, o ésos mismos que habitualmente imaginan gigantes y defienden interesadamente lo que convenga a cualquier precio. Me sobran dos detalles. La alineación con la que el Sporting saltó al campo fue ayer de compromiso. Debutaron dos chavales, Sergio y Juan Muñiz, todo correcto, si no fuera porque los dos, además de Borja Navarro, son algunas de las víctimas colaterales que deja el equipo por haber tardado tanto en conseguir la permanencia. Nadie le pone hoy valor, por ejemplo, a los partidos que los tres podrían haber jugado ya en primera. Y que el Racing nos ganó por dos goles de diferencia y que ambos fueron marcados por Tchité, uno de esos delanteros cuyo juego no desmerece a ninguno de los nuestros.

Lo del pacto y todo el rollo ése que se han traido por semana, como que aburre. Era imposible ganar en Santander, primera premisa. Los comentarios al asunto se saltaban la primera parte y lo único que hacían era dañar indirectamente al Sporting. Falta por ver si la camaradería y la fiesta tendrá una contrapartida o si será simplemente un buen gesto. Porque si no había nada de lo primero, lo segundo, o sea, la fiesta, sería una charlotada cojonuda. Y es de esperar que de haber movido el cotarro y haberle regalado los puntos al Racing, la tarjetita tenga premio.

martes, 11 de mayo de 2010

DE REPENTE, REVILLA.
Los riesgos de mezclar la política y el deporte tienen que ver, por ejemplo, con episodios como éste. Ahora viene Revilla y escribe una carta en la que reclama el apoyo de la afición sportinguista para el trascendental partido del domingo que enfrenta a su Racing contra nosotros. Una tragedia lo del tema del descenso, fíjate que ha llevado al tío a intervenir. Y por si no fuera bastante todo el mariconeo estúpido que durante la semana lleva uno soportando sobre lo mucho que nos queremos asturianos y cántabros, y no tonto, que yo más, dame un besín y cosines como eses, ahora encima tener que pasar la verguenza de leer a esti paisano escribir semejante mamarrachada sobre sus orígenes y sus primeros sentimientos púberes y el fervor que le despiertan, no sé si son exactamente esas sus palabras, sus deseos más íntimos. Una encíclica de misa. Produce verguenza ensuciar el deporte con la mano del que encima encuentra de lo más normal la justificación y no asume sus consecuencias. Perder el tiempo en cosas de éstas. Y enredarnos con estupideces en las que el Sporting sólo tiene a partir de este momento, a los ojos de toda España, las aficiones de otros cuatro equipos y los que presencien el espectáculo como simples espectadores, bastante más que perder.

Ahora queda encima cumplir con el deber de quitarnos la mierda de encima y dar la cara, o algo que se le parezca a estas alturas de la temporada, para evitar suspicacias asquerosas.

Si no fuera porque cualquiera que haya visto jugar a nuestro equipo en el último mes y medio sabe que el domingo posiblemente seamos incapaces de ganar a la Gimnastica de Torrelavega, quedaba el remedio de recurrir con dos cojones a las primas de terceros , dejarse el alma en el campo y defender con dignidad el orgullo que nos quede.

domingo, 9 de mayo de 2010

LA PERMANENCIA ERA ESTO.
Era el colofón perfecto a una temporada hecha a medida de pequeños detalles como éste. Hubiera sido excesivo conseguir los tres puntos y evitar que los últimos diez minutos no se pasaran en silencio como acostumbra, rezando por evitar la desgracia, aguantando los augurios del vecino, el resbalón de Ivan Hernandez o el balón a la olla que nos dejara con cara de tontos. Podíamos haber apurado alguna carrera o buscado con más insistencia la victoria que hiciera olvidar los tropiezos anteriores. Pero hubiera sido estúpido pensar que el partido de ayer estaba hecho para el lucimiento y olvidarse inconscientemente de todas las contraindicaciones que recomendaban precisamente proponerse lo contrario. Como si los males que han conducido a este equipo a donde esta tuvieran limitada su vigencia o de repente todos supieramos jugar al futbol. La apuesta inteligente era la que Preciado propuso para asegurar la permanencia. Había que conseguir el punto. Daba lo mismo que la defensa del Atletico fuera blandita o que fueramos nosotros los que nos jugaramos más. Bastaba con disociar los propósitos de los hechos. Dejarse de historias y buenas intenciones.

Tengo la sensación de haber visto a este equipo jugar muy bien al futbol en algún momento del año que ahora ya tengo olvidado. De haber consumido en unos meses el calendario de varias temporadas. Y la esperanza de que cuando escriba lo que pienso por fin me voy a sentir mucho mejor.

miércoles, 5 de mayo de 2010

NUMEROLOGÍA.
Casi mes y medio ha tardado el Sporting en ponerse en jugar al futbol y olvidarse de excusas y fatalidades. Es que el lateral derecho, dice aquél. Es que la sobrecarga de partidos. Es que los de abajo aprietan como locos. Chorradas. Seis partidos más tarde de la última vez que se le recuerda el equipo volvió a dar la sensación precisamente de eso mismo, apretar sus lineas y mover el balón con cabeza. Falta definición, esto no es nuevo, pero es otra historia. El caso es que de la caraja de aquella tarde contra el Xerez, el temible equipo de Gorosito, hemos tardado en recuperarnos mes y medio. Seis semanas de exorcismos, conjuros y golpes de pecho para volver a donde estabamos aquella tarde en la que se pudo dejar cerrada la temporada, el momento en el que De las Cuevas la rompió al borde del area y todos respirábamos en la grada, qué ilusos somos, bien tranquilos.

Arreglar el desaguisado. De eso se trata. Los números son así de fríos. Dos puntos en seis partidos. Los de aquél traspiés. Para volver a la liga en el justo instante en el que se decide y permitirnos la autocrítica con sentido cuando defintivamente termine. Por eso el cuento de lo importantes que son los detalles pequeños y la necesidad de madurarlos. Porque si sumar dos puntos nos ha costado esta hernia más vale aprovechar los que están a mano y dejarse luego de lamentaciones y de hombradas. Porque si por cada media docena de ocasiones desperdiciadas, luego Soldado nos la mete por la escuadra, no sé bien lo que vale más, si las oportunidades del contrario o las nuestras, pero nuestros números, las matemáticas de la impotencia, no cuadran.

Aun hay que ver a qué sabe este punto. Los partidos de hoy le darán su verdadera medida. Si se recordará como un paso definitivo para la permanencia de los cojones o como un episodio aislado del que mejor no tengamos que arrepentirnos.

sábado, 1 de mayo de 2010

SANGRE DE MAYO.
Me sorprendí llorando emocionado con el gol que nos adelantaba en el partido. De pura rabia contenida. Cosas que tiene el futbol. No fue una jugada brillante. La prensa ni siquiera se pone de acuerdo sobre quién fue el autor. La historia de este deporte es una suma aleatoria de miserias parecidas, goles con el tobillo o resbalones a destiempo, y para romper la mala racha supongo que el único modo posible que teníamos de hacerlo era de esta manera, la nuestra, a trompicones confusos y desacompasados, dejando en el intento un lugar bien visible donde reconocer, con todos aquellos rebotes dentro del area pequeña, el esfuerzo que nos ha costado marcar un gol (eran más de cuatro partidos, ya) y demostrar que las voleas desde fuera del area o los remates a la escuadra son cosas de otro tiempo, como las victorias, están ahora mismo reservadas para otros o nos quedan muy lejos.

Ni siquiera el gol tuvo la continuidad de los tres puntos. Hubiera sido milagroso que Juan Pablo se marchara con la portería imbatida. El Malaga las tuvo de todos los colores. No fue malo el planteamiento, colocando a Lora en su posición habitual y dando una oportunidad a Sastre y Camacho, cómo estará el patio, a quienes las circunstancias han ofrecido una importancia decisiva en una plantilla donde el estado fisico de los jugadores se divide en malo o lamentable. Entre estos últimos, Diego Castro o Rivera. Los dos llevan desconocidos más de un mes. Ahora toca tirar de los primeros y apurar sus virtudes, ya ves, defender la portería y esperar el momento, romperla sin contemplaciones y sofocarse a correr.

El punto es bueno. Una victoria del Malaga nos hubiera colocado en el compromiso de sacar necesariamente cuatro puntos. Y ahora, quién sabe. De momento, el equipo se ha demostrado a sí mismo que también es capaz de pelear.

lunes, 26 de abril de 2010

CLEMENTE REDUX.
Te quitas de encima las excusas, las solmenas al aire y lo que te queda luego, cuando bajan todas juntas, es algo parecido a esto. Un buen barullo. Ya no hay alineaciones a las que echar la culpa. Nada de casualidades, arbitrajes parciales o petardos con fichas millonarias en los que refugiarse interesadamente para ganar tiempo. La parte buenas del asunto es que por fin se acabaron las mentiras y el debate se reduce a una cuestión de hombría. Mintío Acebes cuando hablaba de titadine? Sabía Preciado lo que se le venía encima o era una maniobra fingida y disuasoria que a lo mejor se le jodió por el camino? No eran la falta de garra o la relajación los únicos culpables de todo aquéllo. Daba lo mismo que el equipo contrario moviera bien el medio campo o jugara, como ayer, con media docena de centrales.

Y sin el espacio que ocupaban las excusas, el vacio que tiene ahora el Sporting delante asusta. No hay soluciones bastantes para cubrir los agujeros y achicar el agua. Nos queda la Santina de Covadonga o lo que decía un amigo mío al terminar el partido. Que sean suficientes los 37 puntos para salvarse.

sábado, 17 de abril de 2010

LOCOS NOS TIENES, MANOLO.
La sensación de que con los 11 que regalaron la victoria al Tenerife lo de hoy no hubiera sido distinto no impide que nos asalten las dudas. Siempre escapando del término medio, la cuestión consiste en aproximarse a los extremos. Nada dificil. Cada decisión táctica coloca a este cuerpo técnico en el brete de explicar si detrás de ella, como en la tele, hay simplemente una locura o a lo mejor se esconde una cuidada y sublime genialidad. Si todo está controlado. O si se dispara al aire sólo esperando encontrar al pajaro que se cruce casualmente en su camino. Podía ser una genialidad, por ejemplo, colocar dos jugadores que nunca habían participado en el equipo, ni juntos ni por separado, a dirigir el juego y saltarse el orden natural que aconsejaba buscar soluciones más sensatas. Olvidarse de Diego Camacho o de Lora y apostar por el triple salto mortal, llamar a filas al que lleva dos meses lesionado y al chaval de la cantera, pobre Landeira, que llevaba tres años de castigo. También hablaríamos de una jugada maestra al colocar juntos a Sastre y Lora a compartir la banda si los dos no hubieran competido noventa minutos a imprecisiones, siempre lejos, bien lejos, de la portería contraria y no dejaran la triste sensación de estar improvisando una solución que se parecía bastante más a lo primero.

Efectivamente, no hay término medio ni cautela para enjuiciar lo que pretende ser genial y se queda en disparatado y extravagante. Es una locura esa genialidad frustrada que ya nace petarda y con vocación de revolucionar. Las alineaciones incomprensible no son nuevas en el catalogo de esta temporada. Ahí tenemos ejemplos notables las últimas jornadas. Pero si se trata de buscar alguna pajarera que supere a las demás y sea recordada en el mes de julio ya tenemos una firme candidata que hoy se postula para hacerlo. Lo de los dos pases seguidos, la concentración defensiva o el empuje, o su ausencia, generalizado ya viene de antes y añade un síntoma nuevo a los problemas conocidos del enfermo. Los mismos de siempre. No se reacciona y el tiempo se acaba. Rápido, muchachos, que se nos muere.

miércoles, 14 de abril de 2010

DISORDER.
Parecía difícil, pero ahí lo tenemos. Con seis jornadas por delante y el descenso a ocho puntos, que como ha quedado demostrado es para este equipo un suspiro brevisimo, casi inapreciable, su especialidad, esa de suspirar hasta que se consume toda la mecha y entonces se mira hacia los lados buscando responsables. No apuestes contra ellos. No busques apelaciones recurrentes, la del sentido común o las matemáticas en el deporte. Si lo hemos hecho una vez, que nadie se equivoque, podemos repetirlo.

Hace meses que ya nadie sabe a que juega este equipo. No es futbol lo que practica el Sporting, que presiona a diez metros del area y regala el balón al rival, busca el juego directo como si el acierto de su delantera fuera incontestable y desprecia el término medio, esto no es nuevo, jugando con dos centrocampistas a los que impide participar en el juego e insistiendo en el despropósito cuando las cosas, mucho tiempo desde el último partido en el que se ganó con argumentos, ya no funcionan. Puro despropósito el nuestro. Quien compita como rival es lo mismo. No es casualidad que los dos últimos clasificados lleguen a Gijón con una racha ascendente y parezcan temibles. Que están en primera por méritos propios, oigo decir. Contendientes muy duros. Todo mentira.

El partido de ayer podía haber quedado sentenciado mucho antes, si el Tenerife hubiera aprovechado los dos primeros regalos de la primera parte. Otro delantero temible este Nino, que desperdició dos ocasiones clarísimas delante de Juan Pablo. No me vale la excusa como justificación, decir que éste ha sido el peor partido. Yo he visto algunos igual de malos. He asistido impávido a las lamentaciones y a las enmiendas que hace justo un año se proponían evitar los apuros de la temporada pasada. Ya lo veo. Quería Preciado aparecer extenuado en las fotos, agarrado a Quini, con la camisa desabrochada, agradeciendo a la providencia el milagro. Pues nada, ya queda menos.

domingo, 11 de abril de 2010

NO CORRO. LUEGO EXISTO.
Cuando Preciado amenaza con concentración durante la semana y persiste machaconamente en el intento por recordarlo, échate a temblar, salen partidos de esos como el del Xerez, plenos de garra, en los que se duerme una hora y se trata de optimizar el resto del tiempo, a ver si hay suerte y la siesta pasa desapercibida. No hay una regla exacta, pero esta temporada ya van media docena de éstos. Se viaja sin presión y se recuerda a los ausentes como si hubieran muerto. El Sporting tiene una plantilla muy corta, de acuerdo. Se nos lesiona el lateral derecho y ponemos velas. Si descansa Rivera o Botía sufre una lesión nos relamemos con cualquier resultado negativo antes de empezar y que no se hable más, no perdamos más tiempo para el próximo, que entonces, dice Preciado, si que tenemos que llegar bien concentrados.

Como un bucle macabro. Esto es la temporada del Sporting desde el mes de diciembre. No corro por no cansar. Y no me canso no vaya a ser que algún día tenga que ponerme a correr y no tenga fuerzas. La ocasión más clara la tuvo Luis Morán, que controló con la espinilla, es un decir, un centro medido de Diego Castro que le hubiera dejado con la ventaja suficiente para poder llevar a la portería contraria algo de peligro. La de Diego López, vaya. Y no mucho. El resto del tiempo, ni dos pases seguidos. Ni una carrera de más. Hemos llegado a ese punto en el que nos creemos tan buenos que pensamos equivocadamente que cualquier solución depende de nosotros mismos y que el Tenerife, Valladolid o el que sea que nos responda sobre el campo están al corriente de lo nuestro y son figurantes en este rollo en el que apenas van a atreverse a crear problemas.

Y seguimos confundiendo la ambición con la tenacidad y la chulería con el orgullo. E insistimos en los errores, eso sí se nos da bien, de hacernos la picha un lío y pensar que terminar con 41 puntos es puro vicio, de una osadia imperdonable.

lunes, 5 de abril de 2010

EL PENÚLTIMO EJERCICIO DE TEMERIDAD Y OSADIA.
Será cuestión de matices, pero todavía soy de los que prefiero la sinceridad antes que la mentira y antepongo las razones que tenga que decirme el que va con la verdad por delante que todas las excusas juntas, soy un sentimental, a las que tardo medio segundo en mandar de la mano a tomar por el culo. Ayer era un día para lo primero. Se jodió pero bien, está claro. Salimos dormidos. Nos dejamos empatar dos veces. La tarde estaba para otras cosas, una botellina de sidra en Tiñana y una siesta. Tanto insistió durante la semana Preciado en la necesidad de la victoria y en eso de la mentalización del equipo que pasó lo que suele pasar en casos como éstos, donde la concentración suele olvidarse por el camino y las penalidades terminan pareciéndose sospechosamente a anteriores episodios parecidos. Mala cosa hablar de actitud cuando se llega a un domingo con la permanencia a un partido. No se me ocurre mejor manera de motivar a un jugador que la posibilidad de conseguir en noventa minutos un objetivo para el que se lleva luchando desde el verano. Dejémoslo estar. Me vale la caraja como repuesta. Son unos vagos y unos insensatos. Pero lo que no me cabe en la cabeza es que tengamos un entrenador que no tenga la decencia de llamar a las cosas por su nombre y seguir con el papel cuando la obra, y eso que los actores están todos cenando, ya hace tiempo que está terminada. Que el Xerez está en una linea estupenda y que el equipo lo dio todo, dice el tío en la rueda de prensa. Estamos apañados. No sólo leemos mal los partidos. Ahora ya somos también incapaces de percibir con sensatez la realidad. Esa que vimos todos, un equipo desganado al que por lo visto no le habían quedado las cosas suficientemente claras. De tomarnos a todos por tontos. O, simplemente, de mentir.

lunes, 29 de marzo de 2010

ELOGIO AL CEROCERISMO.
Se añoraban los empates cuando se perdía por sistema y ahora que se ha conseguido lo más difícil, trabar los partidos hasta el bostezo y aburrir al personal a pelotazos largos y juego aereo tengo la sensación que lo que nos jode es precisamente eso, habernos convertido en uno más que comparte con la mayoría esas cualidades ahora que, por fin, parece que ya las tenemos. En la época de Novoa en los ochenta los empates caían como churros. Costaba un guebo meter un gol a aquél equipo. No hubiera sido justo, es verdad, someter a prueba a la defensa del año pasado ni preguntarse qué hubiera pasado si con menos osadia y un poco más de conformismo nos hubieramos tomado entonces la segunda vuelta con más calma. Posiblemente se hubiera palmado. Casi seguro. Pero este año tenemos dos tíos en el centro de la defensa que la rompen, un portero de garantías y un medio-centro que corre por tres, o sea, los mimbres justos para armar un bostezo de campeonato en casi cualquier campo y aparcar esa valentía para los días en los que el viento sople justo desde el sentido contrario.

Ayer se jugó bastante mal. El Sporting ha renunciado a disputar los partidos en el centro del campo y ha convertido las combinaciones entre dos o más jugadores en preciosismos innecesarios. Se defendió con orden y se dosificaron los esfuerzos. Bastante menos que lo que hace el Barca de Guardiola o hace años el Milan de Sacchi. Pero bastante más que la mayoría y suficiente para sacar las cuentas que dicen que así, punto a punto, dame alguno más de éstos, seguiremos en primera.

jueves, 25 de marzo de 2010

UN DÍA EN URGENCIAS.
Bajaba del Hospital con un oido en la conversación de mi madre y otro en la radio. Tengo en la UVI a mi padre, a quien han cambiado media docena de válvulas. No sé si la culpa es de Preciado. Pero ayuda. Me preguntaba al día siguiente cuando le dije el resultado, medio consciente, sedado todavía por los efectos de los calmantes, si el primer gol lo había marcado Barral, la esperanza es lo último que se pierde, y que cómo habían jugado. Los dos cabeceamos y nos reimos. Yo me acordaba de Lotina, delirando en la banda, agarrado por Quini, seguro de que todo aquéllo tenía un nombre muy feo y de que a su equipo le habían robado en Gijón. Tres fueras de juego, un par de goles anulados. El agua de la ducha estaba fría de cojones. Lo decía tan convencido que parecía verdad. La gente se estremecía. Y Lotina no es de los que mienten. Nadie se imagina a Lotina mintiendo. Un tío de confesión y semana santa. Pero todos sabemos que la derrota convierte en un enfermo potencial al tío más tranquilo, a quien hay que poner unas camisas de fuerza o procurarle un bozal, si el hombre, como en este caso, no es peligroso pero pierde completamente el equilibrio y tiene la posibilidad de expresarse en público y llenar páginas de periódicos alimentando la rabieta infundada y prolongando interesadamente el consuelo. Hacía tanto tiempo que ningún equipo nos acusaba de embarque que aun estoy buscando la reacción para poder asumirlo y devolver agradecido los halagos. Ya somos un grande. El año que viene, más.

domingo, 21 de marzo de 2010

SOSPECHOSOS HABITUALES.
Otra vez una de errores humanos y de tragedias personales. Vaya por dios. El pobre Paradas, el hombre, ya ves, que lo pasa fatal cada vez que tiene entre manos alguna decisión controvertida y le obligan a tomar partido. Y otra vez la necesidad de precisar semánticamente la diferencia entre cada cosa y discernir lo que es de lo que no, a estas alturas, como si uno no hubiera visto más de éstas antes y no supiera cómo funciona o cómo piensa la víctima incomprendida que tiene que estar bien colocada, llegar a tiempo y encima, y por cuatro putos duros, asumir el riesgo de mojarse cuando no ha visto nada en apenas unas décimas de segundo. Y en medio de todo esto, Paradas Romero. Concederle el beneficio de la duda a una decisión suya tiene una explicación ilógica que solo pueden venir avalada por el cachondeo o el desprecio. Cualquier busqueda predictiva tiende a establecer una secuencia de conceptos, donde los robos arbitrales y Paradas son desde hace semanas tan inseparables como el chocolate y los niños o la mierda y las moscas. Paradas no inventó los errores arbitrales, que existían antes incluso de que el malagueño se vistiera un día de corto, pero si los robos tuvieran presencia humana no se diferenciarían demasiado del tío que ha hecho del robo clamoroso un hábito y del no lo vi porque estaba tapado una virtud. Es Paradas una víctima? Acaso sus moradas recuerdan los episodios místicos de un santo? Tuvo la culpa la defensa del Sporting de colocarse delante suyo para restarle precisión? Auncian por la radio una jugada polémica y dicen que favorece a un grande. Busquen entre los sospechosos habituales y encuéntrenlo.

Por lo demás, el planteamiento de Preciado fue el correcto. El Sporting recuperó la defensa titular y su seriedad recordó la de primeros de temporada. Parecían olvidadas las virtudes que hicieron de este equipo uno de los menos goleados, empeñado en progresar en dirección contraria al sentido común que en días como el de ayer le invita a no hacer el chorras, dejarse de tutear al rival de turno y guardarse esa chulería para cuando toque. Las tonterías llegaron cuando el partido estaba ya decidido y el precio de los errores ya no era el mismo. Los que se cometieron hasta entonces procedían casi todos del mismo y eran inevitables.