Toca empezar a recordar lo que hemos visto. A ver si hay forma de aprender de los errores y, llamando a las cosas por su nombre, esforzarse en evitar que nuevamente se produzcan. En tantos meses de competición siempre hay tiempo para todo. Una jugada en el último partido te redime de un año pésimo. Y al revés. Ahora ya no hay margen para que esto ocurra.
El Sporting: la temporada.
Los días felices.
Todo va bien, se decía. Parecera mentira para quien no nos haya visto jugar en los últimos meses, pero entonces muchos nos hacíamos cruces apurando el milagro. Tras un inicio dubitativo (la caraja de Pamplona no entraba en aquel guión) el equipo encadenó en el mes de octubre una racha de buen juego y resultados que planteaban las bases de un esquema que pronto se fue a tomar por el culo. Se habían acabado las facilidades defensivas. Por fin se jugaba con portero y los defensas (joder con el negro era la frase más repetida) disputaban el juego aereo y eran infranqueables por abajo. El delirio. Lo más esperanzador era pensar que la receta no se alimentaba de ingredientes imposibles. No había que ser muy listo. Los mimbres que había daban para lo que daban y aquéllo nos permitió llegar a los 20 puntos en un suspiro. Presión adelantada, velocidad arriba y mucho empuje atrás. Se ganó en San Mamés y se disputó el partido a Depor y Madrid. El Español se encontró con un muro. Todo parecía asequible, se pensaba después de ver perder en Gijón al Villareal. Sólo se pedía que el brote verde tuviera continuidad.
Esperando nada.
Nunca se sabrá el porcentaje repartido de las culpas. Es fácil buscar responsabilidades. Limitarse a ver en el error de Matabuena en Valladolid alguna de las causas y no preocuparse de profundizar a unos pocos metros de la superficie. Se pecó de indolencia en los partidos posteriores y se apuntaron vicios que se pensaban superados: el derrochon, por ejemplo, ése que consiste en desperdiciar los puntos porque sí, si es que nos sobran, y no agarrarse más a la clasificación o dejarse de mirar tanto para abajo. No creo que sea casualidad viendo la forma en la que se dejaron remontar varios partidos. Tenerife y Valladolid salieron de rachas negativas a nuestra costa. El Atletico de Madrid nos ganó con lo puesto. Si es que se nos ve, pensaba.
De nuevo, las estampitas de colores.
La inercia ganadora duró medio minuto. Y en una centésima de segundo ya teníamos facturado a Michel. Venga, pa Birmingham. Así de rápidos somos por aquí. Total, era el razonamiento, nos sobran. Aquel traspaso pilló al equipo en medio de la nada y sin buscar un sustituto. Puesto que la UEFA no era un objetivo y el descenso no se contemplaba (el equipo ha aprendido la lección del año pasado, se decía) la nada demandaba un comportamiento a la medida de la nueva situación. Se marcha Andreu (sobraban medio-centros) y se comienza a distribuir el nuevo catálogo que ibamos a lucir en primavera: falta de actitud y excasez de recursos. El Racing nos baila en la primera parte y Colsa parece Beckembauer. No podía ser tan fácil. Veíamos por la tele la copa del rey. La gente se empieza a acordar de Michel, que en su debut dicen que fue elegido jugador del partido y se llevó pa casa un jamón, pero tiene que haber algo más. El equipo está desmembrado. Tenemos dos interiores que no recuperan un balón y Preciado toma la sabia determinación de que el juego no se acerque a menos de diez metros a ninguno de nuestros organizadores.
Caution!!
El partido de Zaragoza parece clave. Se recuperan entonces palabras como ésas para ilustrar la situación. Se habla de urgencias por primera vez en la temporada. Insistiendo en los errores se había vuelto a perder en Almería, doble salto mortal con tirabuzón, disputando todo el partido con un jugador más frente a un equipo al que se ganaba al inicio 0-1. La conjura dio para una buena primera parte contra el Valencia y para ganar en la Romareda a domicilio. Se apagaban las alarmas. Podíamos pensar en volver a ser nosotros mismos. Se gana a Osasuna y Deportivo milagrosamente. Al final queda el resultado. Pero ninguno de aquellos dos partidos fueron normales. Y con los 35 puntos, el objetivo a tiro de siesta y Bilic asegurando que la salvación estaba conseguida en un 95%, pues para qué quieres más. Todo estaba preparado para la gran traca.
Un equipo sufridor.
La historia reciente no necesita reflexiones que el tiempo haya borrado. Ya están todas hechas. Primero era clave el partido contra el Tenerife. Luego el que nos enfrentó a Valladolid era el decisivo. Cuando se veía que las fuerzas físicas fallaban, se buscaba el arma de la grada, ignorando que aquello era bastante más dificil como para arreglarlo con cuatro gritos. No se me olvida cómo se dejó de ganar al Xerez y se vendió el empàte por bueno, como si fueramos tontos. Es curioso, después de todo, que aquel punto nos diera la salvación. Todo lo demás fue innecesario, está claro. El sufrimiento y las cábalas. Se comenzó a cuestionar a Preciado. Nadie hablaba, en cambio, de Gerardo Ruiz. O de Rivera y Diego Castro. Las culpas tienen un causante o varios, pero si no se localiza el origen cuesta un guebo dar con el remedio. Y eso fue, entre otras cosas, lo que pasó. Había permiso para hablar si lo que se decía era constructivo, o sea, demandaba tranquilidad y daba por bueno lo que la providencia nos mandara. Tocaba joderse. Sin rechistar. Agarrarse a la salvación el el penúltimo partido y engañarse diciendo mil veces que aquel era, efectivamente, el objetivo.
Yo estoy convencido de que si se hubiese ganado al Xerez las cosas hubiesen cambiado mucho. Buen análisis, toca esperar caras y cruzar los dedos para que el año que viene nos salvemos con algo menos de sufrimiento.
ResponderEliminarSaludos.
Eso esperamos Chus.
ResponderEliminarUna pena que el recuerdo que nos quede sea el final, viendo que a lo largo del año hubo cosas tan buenas.
A lo de caution!!! yo le hubiese puesto warning!!!. En fin, que se puede añadir de más, yo creo que desde que empezaron con el tema de ''no interesa ir a la UEFA''... lagarto lagarto.
ResponderEliminarTienes razón, Sr. Sportinguista.
ResponderEliminarWarning con todas las letras.