lunes, 1 de noviembre de 2010

SEGUIMOS PARA BINGO LOCO.
Ni sexy futbol (joder, Gullit!) ni rugby champagne ni nada de nada de nada. Al final el Villareal que tanto gusta en la tele, por eso de las camisetas amarillas y por la etiqueta de buen futbol que llevan prendida, se llevó un punto en una jugada de estrategía. Táctica fina. Me descojono de los ojeadores que aun no han diseñado un sistema para hacernos daños consistente en jugadas tan curradas como esa que desequilibró el partido. Un balón a la olla y a rezar. Así de fácil. Como aquellos que paraban a los lakers mandando a Shaquille a la linea de tiros libres a falta de ocho minutos. Dentro de una semana nadie se va a acordar (nadie, salvo nosotros, claro) de las argucias de Marchena y del up and under final, provocado por una falta estúpida de Nacho Novo a cuarenta metros, que pierde el balón lanzando un contragolpe y que sirvió de soporte ético (si es que faltaban tres minutos para los noventa y cuatro) para el patadón al area. No es lo nuestro, de acuerdo, dirá Garrido, sin ponerse colorado. Durante noventa minutos mover el balón raso y jugar en corto no les sirvió de nada. Para eso vale jugar bien al futbol, pensarán algunos. Pero es que, a lo mejor, tampoco eso es jugar bien. Hacerlo con criterio es acompañar todo el lote con algunos goles y sentenciar cuando toca. Que te digo yo que dentro de una semana no se acuerda de esto ni dios.

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