viernes, 10 de diciembre de 2010

AL FINAL DE LA ESCAPADA.
Al final, como todos. Mucho alardear la diferencia y terminamos reduciendo el asunto a lo que torpemente hacen los demás. Porque si la cuestión era poner a prueba a Preciado y someter al jurado popular su labor no hacía falta tampoco llegar hasta aquí. Un entrenador apenas renovado hace un año. Digo yo. Con el crédito a tope y unas ganas de comerse el campo que ni los bufalos, como acostumbra a decir. Hay que ganar al Levante para apartar (aunque sea momentaneamente las quinielas) y dejar de pensar en el futuro en tiempo condicional para tomar conocimiento directo de lo que hay. A Preciado no hacía falta examinarle ahora. Es injusto, después de todo, que ahora nadie tenga en cuenta el planteamiento en Cornellá o los motivos para el optimismo que generó el equipo durante una hora y que el puesto de este tío dependa de un partido, tanto hablar de proyectos a largo plazo, testimonios emotivos de gratitud eterna y gaitas varias. Me he hartado a criticar sus (no) sistemas y su conservadurismo. Pero ahora hay que apechugar con lo que hay y dejar de soñar con los reyes magos y el me pido a Marcelino. Manolo tendrá que sacarnos de ésta y luego habrá que pensar seriamente en lo que toca. A final de temporada. De una puta vez. Dejarse de imaginarse estatutas y cargos vitalicios y preparar el relevo (por fin) dos años más tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario