miércoles, 26 de mayo de 2010

CHICOS! LAS NOTAS! (I)
Hay de todo. Los repetidores que vuelven a lo mismo. Y los que se han esforzado y llegan a junio con los deberes hechos. Ahora, todos a la playa y a dejarnos por lo menos un mes tranquilos.

La defensa.
Aquí hay halagos para todos y buenas intenciones para la mayoría. Y cuando se dice para todos, es que eso. Para todos. A esta defensa hubo fases de la temporada en la que no la hubiera reconocido ni la madre que la parió. Quién decía que parecíamos monjas? O que aquello, menudos guateques que se corrieron Gerard e Ivan Hernandez el año pasado, era un coladero. Se acabaron los goles de tacón de Van der Vaart y la defensa que se queda desprevenida al borde del fuero de juego. Tuvieron que ver con esto las nuevas incorporaciones y ayudaron las despedidas y las suplencias. No hubo tiempo para acordarse de Sergio Manostijeras, por ejemplo. Y nadie se lamentó (más de la cuenta, vaya) por la lesión de Pichu Cuellar.

Juan Pablo.
El más regular. Con todo. Y aquí se incluyen sus grandes éxitos. Los paradones y los despistes inexplicables. Hizo lo que se le debe de pedir a un portero y un poco más. Muy rápido en el uno contra uno, buenos reflejos, seguro en general, sólo flaqueó en las salidas y pudo haber hecho más en los partidos de Almería o Mallorca. Pero realizó partidos soberbios, nos frotábamos los ojos, y fue capaz él solito de conseguir (como en Montjuich) alguno de esos puntos (7).

Sastre.
En algunos momentos de la temporada la gente se cebó con él. Injustamente. A nadie se le puede pedir que dé más de lo que tiene. Y lo que ofreció nuestro capitán fue una muestra continua de superación y entrega. No se trata de sentimientos o de honrar la memoria de un tío que tampoco juega gratis. Nadie duda de que su sitio no está en esta categoría o en este equipo. Más a mi favor. El caso es que cubrió suplencias y aportó su frescura en los últimos partidos, cuando el resto de la tropa agonizaba (5).

Canella.
Su primera vuelta fue espectacular. Era un tiro el hombre. Insuperable en carrera, atento al corte. Si no subía más parecía que era por respeto. Desde el mes de febrero, aquél que apuntaba a internacional hizo unos partidos lamentables, la verdad, de esos que no se entienden (6).

José Angel.
Se suponía que este era el año en el que tenía que explotar. Así lo llaman. Se tragó los buenos días de Canella, cuando nadie se acordaba de él y calentaba banquillo. Y también los peores, aquéllos en los que la grada comenzó a reclamarle y Preciado guardaba mirando al infinito un discreto silencio. Casi siempre jugó a destiempo, partidos de circunstancias o apremiado por necesidades que no le hicieron en ningún caso mejorar. No ha perdido velocidad, pero ya puede empezar a darle con la derecha (4).

Botía.
Parece mentira que hubiera un tiempo en el que se cagaran los centrales. Abelardo, Muñiz, Marcelino, Isma, Sergio Fernandez, Yago o Pablo Amo. No sé si me dejo alguno. Ponías a jugar a uno nuevo y la rompía, jugaba serio y la gente estaba encantada con el chaval. Pues eso es Botía. Un gran acierto (7).

Ivan Hernandez/Gerard.
A mí también me da pena despedir al segundo. Si el caso es que tienen sus cosas. Son los dos buenos chavales, pero un poco despistados. Que duran mucho los partidos, si ya lo sé. Me pierdo en mis cosas y me gana diez metros el delantero centro de turno. El papelón que tenían para este año era dar recambio a los titulares. No desentonaron demasiado (5).

Gregory.
El mejor. Dicho todo. Por lo que hace y lo que parece que obliga a hacer a los demás y porque da miedo (9).

Lora.
Todos reclaman ahora interesadamente la paternidad del invento y no se molestan demasiado en preguntarse lo que se pierde en el camino. Si es un lujo prescindible colocarle en el lateral derecho o corre el equipo con todos los gastos renunciando a ponerle en su puesto. Yo he visto a Lora debutar en el centro del campo en San Mamés, junto a Michel, para hacer frente a Orbaiz y a Javi Martinez. Y tampoco es eso. Que discurran algo ahora en el verano y a ver con que nos sorprenden en septiembre (8,5).

miércoles, 19 de mayo de 2010

LLEGAN LOS RESÚMENES.
Toca empezar a recordar lo que hemos visto. A ver si hay forma de aprender de los errores y, llamando a las cosas por su nombre, esforzarse en evitar que nuevamente se produzcan. En tantos meses de competición siempre hay tiempo para todo. Una jugada en el último partido te redime de un año pésimo. Y al revés. Ahora ya no hay margen para que esto ocurra.

El Sporting: la temporada.

Los días felices.

Todo va bien, se decía. Parecera mentira para quien no nos haya visto jugar en los últimos meses, pero entonces muchos nos hacíamos cruces apurando el milagro. Tras un inicio dubitativo (la caraja de Pamplona no entraba en aquel guión) el equipo encadenó en el mes de octubre una racha de buen juego y resultados que planteaban las bases de un esquema que pronto se fue a tomar por el culo. Se habían acabado las facilidades defensivas. Por fin se jugaba con portero y los defensas (joder con el negro era la frase más repetida) disputaban el juego aereo y eran infranqueables por abajo. El delirio. Lo más esperanzador era pensar que la receta no se alimentaba de ingredientes imposibles. No había que ser muy listo. Los mimbres que había daban para lo que daban y aquéllo nos permitió llegar a los 20 puntos en un suspiro. Presión adelantada, velocidad arriba y mucho empuje atrás. Se ganó en San Mamés y se disputó el partido a Depor y Madrid. El Español se encontró con un muro. Todo parecía asequible, se pensaba después de ver perder en Gijón al Villareal. Sólo se pedía que el brote verde tuviera continuidad.

Esperando nada.

Nunca se sabrá el porcentaje repartido de las culpas. Es fácil buscar responsabilidades. Limitarse a ver en el error de Matabuena en Valladolid alguna de las causas y no preocuparse de profundizar a unos pocos metros de la superficie. Se pecó de indolencia en los partidos posteriores y se apuntaron vicios que se pensaban superados: el derrochon, por ejemplo, ése que consiste en desperdiciar los puntos porque sí, si es que nos sobran, y no agarrarse más a la clasificación o dejarse de mirar tanto para abajo. No creo que sea casualidad viendo la forma en la que se dejaron remontar varios partidos. Tenerife y Valladolid salieron de rachas negativas a nuestra costa. El Atletico de Madrid nos ganó con lo puesto. Si es que se nos ve, pensaba.

De nuevo, las estampitas de colores.

La inercia ganadora duró medio minuto. Y en una centésima de segundo ya teníamos facturado a Michel. Venga, pa Birmingham. Así de rápidos somos por aquí. Total, era el razonamiento, nos sobran. Aquel traspaso pilló al equipo en medio de la nada y sin buscar un sustituto. Puesto que la UEFA no era un objetivo y el descenso no se contemplaba (el equipo ha aprendido la lección del año pasado, se decía) la nada demandaba un comportamiento a la medida de la nueva situación. Se marcha Andreu (sobraban medio-centros) y se comienza a distribuir el nuevo catálogo que ibamos a lucir en primavera: falta de actitud y excasez de recursos. El Racing nos baila en la primera parte y Colsa parece Beckembauer. No podía ser tan fácil. Veíamos por la tele la copa del rey. La gente se empieza a acordar de Michel, que en su debut dicen que fue elegido jugador del partido y se llevó pa casa un jamón, pero tiene que haber algo más. El equipo está desmembrado. Tenemos dos interiores que no recuperan un balón y Preciado toma la sabia determinación de que el juego no se acerque a menos de diez metros a ninguno de nuestros organizadores.

Caution!!

El partido de Zaragoza parece clave. Se recuperan entonces palabras como ésas para ilustrar la situación. Se habla de urgencias por primera vez en la temporada. Insistiendo en los errores se había vuelto a perder en Almería, doble salto mortal con tirabuzón, disputando todo el partido con un jugador más frente a un equipo al que se ganaba al inicio 0-1. La conjura dio para una buena primera parte contra el Valencia y para ganar en la Romareda a domicilio. Se apagaban las alarmas. Podíamos pensar en volver a ser nosotros mismos. Se gana a Osasuna y Deportivo milagrosamente. Al final queda el resultado. Pero ninguno de aquellos dos partidos fueron normales. Y con los 35 puntos, el objetivo a tiro de siesta y Bilic asegurando que la salvación estaba conseguida en un 95%, pues para qué quieres más. Todo estaba preparado para la gran traca.

Un equipo sufridor.

La historia reciente no necesita reflexiones que el tiempo haya borrado. Ya están todas hechas. Primero era clave el partido contra el Tenerife. Luego el que nos enfrentó a Valladolid era el decisivo. Cuando se veía que las fuerzas físicas fallaban, se buscaba el arma de la grada, ignorando que aquello era bastante más dificil como para arreglarlo con cuatro gritos. No se me olvida cómo se dejó de ganar al Xerez y se vendió el empàte por bueno, como si fueramos tontos. Es curioso, después de todo, que aquel punto nos diera la salvación. Todo lo demás fue innecesario, está claro. El sufrimiento y las cábalas. Se comenzó a cuestionar a Preciado. Nadie hablaba, en cambio, de Gerardo Ruiz. O de Rivera y Diego Castro. Las culpas tienen un causante o varios, pero si no se localiza el origen cuesta un guebo dar con el remedio. Y eso fue, entre otras cosas, lo que pasó. Había permiso para hablar si lo que se decía era constructivo, o sea, demandaba tranquilidad y daba por bueno lo que la providencia nos mandara. Tocaba joderse. Sin rechistar. Agarrarse a la salvación el el penúltimo partido y engañarse diciendo mil veces que aquel era, efectivamente, el objetivo.

lunes, 17 de mayo de 2010

PASABA POR ALLÍ.
No puedo hablar del partido sin haberlo visto. Tampoco me puedo fiar de mi padre, que me dice que lo vio, pero no estoy seguro, vete tú a saber, ni de los que los ven a menudo sin que el partido pase por ellos, no sé cómo hacen pero no se enteran muy bien, o ésos mismos que habitualmente imaginan gigantes y defienden interesadamente lo que convenga a cualquier precio. Me sobran dos detalles. La alineación con la que el Sporting saltó al campo fue ayer de compromiso. Debutaron dos chavales, Sergio y Juan Muñiz, todo correcto, si no fuera porque los dos, además de Borja Navarro, son algunas de las víctimas colaterales que deja el equipo por haber tardado tanto en conseguir la permanencia. Nadie le pone hoy valor, por ejemplo, a los partidos que los tres podrían haber jugado ya en primera. Y que el Racing nos ganó por dos goles de diferencia y que ambos fueron marcados por Tchité, uno de esos delanteros cuyo juego no desmerece a ninguno de los nuestros.

Lo del pacto y todo el rollo ése que se han traido por semana, como que aburre. Era imposible ganar en Santander, primera premisa. Los comentarios al asunto se saltaban la primera parte y lo único que hacían era dañar indirectamente al Sporting. Falta por ver si la camaradería y la fiesta tendrá una contrapartida o si será simplemente un buen gesto. Porque si no había nada de lo primero, lo segundo, o sea, la fiesta, sería una charlotada cojonuda. Y es de esperar que de haber movido el cotarro y haberle regalado los puntos al Racing, la tarjetita tenga premio.

martes, 11 de mayo de 2010

DE REPENTE, REVILLA.
Los riesgos de mezclar la política y el deporte tienen que ver, por ejemplo, con episodios como éste. Ahora viene Revilla y escribe una carta en la que reclama el apoyo de la afición sportinguista para el trascendental partido del domingo que enfrenta a su Racing contra nosotros. Una tragedia lo del tema del descenso, fíjate que ha llevado al tío a intervenir. Y por si no fuera bastante todo el mariconeo estúpido que durante la semana lleva uno soportando sobre lo mucho que nos queremos asturianos y cántabros, y no tonto, que yo más, dame un besín y cosines como eses, ahora encima tener que pasar la verguenza de leer a esti paisano escribir semejante mamarrachada sobre sus orígenes y sus primeros sentimientos púberes y el fervor que le despiertan, no sé si son exactamente esas sus palabras, sus deseos más íntimos. Una encíclica de misa. Produce verguenza ensuciar el deporte con la mano del que encima encuentra de lo más normal la justificación y no asume sus consecuencias. Perder el tiempo en cosas de éstas. Y enredarnos con estupideces en las que el Sporting sólo tiene a partir de este momento, a los ojos de toda España, las aficiones de otros cuatro equipos y los que presencien el espectáculo como simples espectadores, bastante más que perder.

Ahora queda encima cumplir con el deber de quitarnos la mierda de encima y dar la cara, o algo que se le parezca a estas alturas de la temporada, para evitar suspicacias asquerosas.

Si no fuera porque cualquiera que haya visto jugar a nuestro equipo en el último mes y medio sabe que el domingo posiblemente seamos incapaces de ganar a la Gimnastica de Torrelavega, quedaba el remedio de recurrir con dos cojones a las primas de terceros , dejarse el alma en el campo y defender con dignidad el orgullo que nos quede.

domingo, 9 de mayo de 2010

LA PERMANENCIA ERA ESTO.
Era el colofón perfecto a una temporada hecha a medida de pequeños detalles como éste. Hubiera sido excesivo conseguir los tres puntos y evitar que los últimos diez minutos no se pasaran en silencio como acostumbra, rezando por evitar la desgracia, aguantando los augurios del vecino, el resbalón de Ivan Hernandez o el balón a la olla que nos dejara con cara de tontos. Podíamos haber apurado alguna carrera o buscado con más insistencia la victoria que hiciera olvidar los tropiezos anteriores. Pero hubiera sido estúpido pensar que el partido de ayer estaba hecho para el lucimiento y olvidarse inconscientemente de todas las contraindicaciones que recomendaban precisamente proponerse lo contrario. Como si los males que han conducido a este equipo a donde esta tuvieran limitada su vigencia o de repente todos supieramos jugar al futbol. La apuesta inteligente era la que Preciado propuso para asegurar la permanencia. Había que conseguir el punto. Daba lo mismo que la defensa del Atletico fuera blandita o que fueramos nosotros los que nos jugaramos más. Bastaba con disociar los propósitos de los hechos. Dejarse de historias y buenas intenciones.

Tengo la sensación de haber visto a este equipo jugar muy bien al futbol en algún momento del año que ahora ya tengo olvidado. De haber consumido en unos meses el calendario de varias temporadas. Y la esperanza de que cuando escriba lo que pienso por fin me voy a sentir mucho mejor.

miércoles, 5 de mayo de 2010

NUMEROLOGÍA.
Casi mes y medio ha tardado el Sporting en ponerse en jugar al futbol y olvidarse de excusas y fatalidades. Es que el lateral derecho, dice aquél. Es que la sobrecarga de partidos. Es que los de abajo aprietan como locos. Chorradas. Seis partidos más tarde de la última vez que se le recuerda el equipo volvió a dar la sensación precisamente de eso mismo, apretar sus lineas y mover el balón con cabeza. Falta definición, esto no es nuevo, pero es otra historia. El caso es que de la caraja de aquella tarde contra el Xerez, el temible equipo de Gorosito, hemos tardado en recuperarnos mes y medio. Seis semanas de exorcismos, conjuros y golpes de pecho para volver a donde estabamos aquella tarde en la que se pudo dejar cerrada la temporada, el momento en el que De las Cuevas la rompió al borde del area y todos respirábamos en la grada, qué ilusos somos, bien tranquilos.

Arreglar el desaguisado. De eso se trata. Los números son así de fríos. Dos puntos en seis partidos. Los de aquél traspiés. Para volver a la liga en el justo instante en el que se decide y permitirnos la autocrítica con sentido cuando defintivamente termine. Por eso el cuento de lo importantes que son los detalles pequeños y la necesidad de madurarlos. Porque si sumar dos puntos nos ha costado esta hernia más vale aprovechar los que están a mano y dejarse luego de lamentaciones y de hombradas. Porque si por cada media docena de ocasiones desperdiciadas, luego Soldado nos la mete por la escuadra, no sé bien lo que vale más, si las oportunidades del contrario o las nuestras, pero nuestros números, las matemáticas de la impotencia, no cuadran.

Aun hay que ver a qué sabe este punto. Los partidos de hoy le darán su verdadera medida. Si se recordará como un paso definitivo para la permanencia de los cojones o como un episodio aislado del que mejor no tengamos que arrepentirnos.

sábado, 1 de mayo de 2010

SANGRE DE MAYO.
Me sorprendí llorando emocionado con el gol que nos adelantaba en el partido. De pura rabia contenida. Cosas que tiene el futbol. No fue una jugada brillante. La prensa ni siquiera se pone de acuerdo sobre quién fue el autor. La historia de este deporte es una suma aleatoria de miserias parecidas, goles con el tobillo o resbalones a destiempo, y para romper la mala racha supongo que el único modo posible que teníamos de hacerlo era de esta manera, la nuestra, a trompicones confusos y desacompasados, dejando en el intento un lugar bien visible donde reconocer, con todos aquellos rebotes dentro del area pequeña, el esfuerzo que nos ha costado marcar un gol (eran más de cuatro partidos, ya) y demostrar que las voleas desde fuera del area o los remates a la escuadra son cosas de otro tiempo, como las victorias, están ahora mismo reservadas para otros o nos quedan muy lejos.

Ni siquiera el gol tuvo la continuidad de los tres puntos. Hubiera sido milagroso que Juan Pablo se marchara con la portería imbatida. El Malaga las tuvo de todos los colores. No fue malo el planteamiento, colocando a Lora en su posición habitual y dando una oportunidad a Sastre y Camacho, cómo estará el patio, a quienes las circunstancias han ofrecido una importancia decisiva en una plantilla donde el estado fisico de los jugadores se divide en malo o lamentable. Entre estos últimos, Diego Castro o Rivera. Los dos llevan desconocidos más de un mes. Ahora toca tirar de los primeros y apurar sus virtudes, ya ves, defender la portería y esperar el momento, romperla sin contemplaciones y sofocarse a correr.

El punto es bueno. Una victoria del Malaga nos hubiera colocado en el compromiso de sacar necesariamente cuatro puntos. Y ahora, quién sabe. De momento, el equipo se ha demostrado a sí mismo que también es capaz de pelear.